Dejar de pedir mal

No sé cómo lo hago. 
No sé si es gracias a un don o culpa de mi indecisión, el caso es que no acierto con el plato bueno en los restaurantes.Y cuantas más opciones me den, peor. 
Como ya lo sé, cada vez tardo más en pedir, le doy mil vueltas y cuando llega el tan ansiado plato, en cuestión de instantes, zas! La decepción.
Sobre todo al comparar lo que pido con lo que piden los demás. Todo parece exquisito en comparación con lo mío, que siempre es gris y con poca saturación. Hay alguien más a quien le ocurra?
Si estuviera en la cárcel esperando mi última comida, seguro que escogería la ensaladilla rusa sin atún ni mayonesa.
He intentado copiar a los demás, a esa gente con suerte, a esos a quien el camarero escucha y no veo progresos y es aún peor, es contagioso.
Tened cuidado y nunca pidáis lo mismo que yo!

Bienvenidos!

Dejar de,

Siempre hay algún motivo para dejar las cosas, o por lo menos yo siempre lo encuentro.
Haciendo un poco de balance, me doy cuenta de que la columna de las “cosas que he hecho y jamás repetiré” crece a un ritmo desenfrenado, así que, ¿Qué mejor que escribir un blog sobre las cosas que he dejado, las que dejaré cuando las empiece, las que quiero empezar a dejar y las que me quedan por intentar?
Este blog no es sobre lo que hago, si no sobre lo que no. Bienvenidos pues, al blog de las cosas olvidadas.
No os extrañéis si este blog deja de existir, si en algún momento lo perdéis de vista, no os preocupéis por él, estará indudablemente descansando en alguna columna.

y lo de Madilda ya os lo explicaré!