jueves, 13 de noviembre de 2014

Recuerda aquel día.

Mira cómo juegan, mira cómo ríen y se escurren en lugares escondidos. 
Se abrazan, se entrelazan, no se sueltan.
Los hilos de este ovillo de lana conocen todos mis secretos.
Han vivido en mis entrañas y son guardianes nocturnos de mis íntimas memorias.
Yo he sido su más viva guarida y ellos, a su vez, mis más sabios consejeros y mis guías. 

Sienten en cientos de colores y siempre me preguntan. 
Son curiosos como niños, 
¿A qué sientes la vida?
¿Sientes en negro?
Las cosas no son exactamente lo que son, las cosas son exactamente lo que somos. 
Es el viejo juego, niña.
El del negro, el blanco y el círculo.

Recuerda aquel día, en tu centésimo primer cumpleaños de lunas llenas que no brillan,
en que te regalaron un barco de vela, sin una sola vela que pudiera hacer contra a la marea,
y no dejaste de llorar y de gritar hasta que tuviste la certeza,
de que el negro, no es sólo ceguera.
De que la noche, es también regalo envuelto en un papel mojado.
No dejaste de llorar hasta amar tanto cada estrella, cada luna,
que dejaste de temer la fría noche africana y valquiria,
y Antares te nombró Arquera del Escorpión
Para que pudieras cabalgar sobre el crepúsculo de invierno
y el anochecer pudiera descansar sobre tu tez,
Has conseguido nadar en las auroras y eres ya prisma de luz,
y amas tanto a cada estrella que has dejado de temer la oscuridad.



Recuerda aquel día,
La brisa ensordecedora de una tarde cualquiera.

huracanada, turbadora ... 
Los hilos aparentemente quietos, aparentemente inertes.
Un grito despertó al rojo, y el negro, el blanco y el gris abrieron los ojos. 
¡No paraban de moverse! 
¡Cómo se retorcían en tu vientre!
Construyeron una robusta torre de Babel y hablaban todos a la vez.
Todo estaba turbio y velado como un charco en la ciudad…. 
Todos tus musas se helaron. 
Hacían trenzas como enredaderas y trepaban
Desde el ombligo de tu mundo a tu garganta, 
Apretaban,  ahorcaban, te faltaba el aire.
Estoy perdida, nos decías, no sé cuál es el primer hilo. 
Corazón, sé que me gritas pero no te entiendo, decías. 
Te quedaste atada a una silla por todos los colores.
El dolor fue tu más fiel esposo, uno muy celoso. 
Y no podías caminar, pero en un respirar,
convertiste a los hilos en cuerdas de violín,
Y en un respirar, atrapaste el aire y con él, una canción que te hizo vibrar. 
Que cuando respiras, estás viva.
Que cuando respiras, el corazón palpita.
Pum, Pum, Pum- como un tambor. 
Que la vida, gotea sabiduría en todos los poros
Y como la mujer de Lot, aprendiste a caminar.
Primero a gatear, sí.

Pero sin mirar atrás. 


 ¿A qué sientes la vida?
¿Sientes en negro?
No, qué va. 
He aprendido a cambiar la ginebra por galletas de jengibre,
A cambiar todas las sombras por sombreros de copa
y hacer trucos de magia para arrancar sonrisas de plastilina,
de mil formas, colores y perfumes. 
El zumbido de los zancudos por aplausos de miles de colibríes.
A cambiar el miedo por miradas que son trenes, 
cuyas vías me descubren el camino hacia lo eterno. 
Que el negro no es tan negro y que hay vivir cada momento. 
¿Sabes qué hace Dios cuando quiere enloquecerte?
Te concede todos tus deseos. 
He aprendido a desear el paraíso.
Siento en todos los colores.
Mi mundo, es un gran ovillo de lana multicolor. 

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